¡Los esposos Léngüa-Huertas! |
Este primer domingo del mes de Agosto cae 5. Una fecha especial en nuestra vida social y que nos obliga a visitar y felicitar a una dama que ingresó al vínculo familiar por la puerta grande. Como recordar es volver a vivir, me traslado con esta memoria, que todavía reproduce los hechos vividos, a los años años de 1956 en la tan querida y recordada Unidad Vecinal Nro. 3. Fue residencia de mi esposa Antonieta y su juventud dejó huella con su canto, en aquel colegio en el que recibió clases de Leonor Arenas, una artista y gran maestra del arte. Según se dice, esta unidad fue obra arquitectónica de Fernando Belaúnde Terry y la realizó Manuel A. Odría.
Cada paso nuestro por sus lugares, está sellado de recuerdos. Los Huertas Díaz, una familia muy querida y que subsiste gracias a la longevidad de Doña Lida, llena de entusiasmo siempre y que fue gran compañera de mi suegra querida Zoila. Mientras vivimos allí, era frecuente que se visitaran y nada más grato, porque no nos perdíamos esas ricas galletitas acompañadas de un te calentito y aromático. Don Alberto Huertas, su padre, nos dejó en cierto modo temprano. Fue un gran señor y nos entendimos muy bien durante el tiempo que nos tocó disfrutar de sus reuniones y de muchos encuentros en la ciudad.
Manuel Léngua, LUZMILA y Antonieta en reciente paseo. |
Una familia hogareña y donde la música tenía presencia. Carlos, uno de los tres varones de la familia, tocaba el piano y que aún conserva Doña Lida. Había aprendido muy bien el vals "Desilusión" y era el tema con el que nos deleitaba por aquellos inolvidables tiempos. Hoy es un médico establecido en la Argentina y con una familia querendona y afable con todos. Doña Lida, ha sabido pasar buenas temporadas a su lado. Los otros hermanos son Richard, miembro de la policía como lo fuera su padre y de bonachón carácter y mejor apetito. El menor de la familia se llama Ernesto y radica en los Estados Unidos con su familia.
Por esas épocas eran unos jovencitos a los que caímos bien. Esos paseos inolvidables en familia que no se han borrado de nuestra memoria. Tiempos que no volverán, pero que vale la pena evocar. Las dos familias completas en gran caravana hacia el campo. Gracias a los enamorados Luzmila y Manuel. Mi querida vieja Zoila, otra madre para mi, disfrutaba de ver como los ricos potajes que preparaba, se consumían en los campamentos que formábamos en cada paseo. Antonieta y yo, ya éramos casados y teníamos a Juanita, nuestro ángel guardián, en cuyas manos están ahora nuestras vidas. Era una niña de 2 años.
Paseo al campo. Antonieta, Manuel, Luzmila, yo y Zoilita, Juanita y el pequeño "Pachín". |
Hoy la pareja Léngua-Huertas, goza del cariño de sus hijos. Son tres: Manuelito, César y Juán Carlos. Todos logrados profesionales y que supieron gozar de nuestro afecto en su niñez. Cada vez que llegaban a casa en Santa Isabel, Carabayllo, se quedaban a disfrutar del cariño de sus primos, mis hijos. Tengo fotografías de estos "niños" y que prometo algún día publicar. También grabaciones de sus voces infantiles y que al volverlas a oír, nos hieren el sentimiento por la nostalgia que sentimos de tiempos mejores de nuestras vidas. Gracias a Dios, aquel cariño perdura y hoy los tres han formado muy felices familias.
La dueña del santo, Luzmila, vive choca con Gian Franco y Lucianita, hijos de "Juanca" y Adrián e Yvana, los engreídos de Manuelito. Las nueras son Delia, Elizabeth y Miriam, tres buenas compañeras de mis queridos sobrinos. Mañana domingo estaremos en casa de Luzmila y brindaremos por su salud y de toda la familia. Es una nueva ocasión de estrecharnos en la cálida reunión hogareña y volvernos a ver en su residencia de la urbanización Palomino. No decimos cuántos son porque nos podemos quedar sin postre, pero los que lleva, tienen la dignidad de una hermosa vida llena de unión y felicidad. ¡Feliz Cumpleaños Luzmila! Gracias.
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