La abuela es Zoila Esperanza que tiene en sus brazos a Zoilita y Juán Carlos, nuestros hijos. Lo observa todo, mi esposa Antonieta. ¿Linda foto, verdad? La tomé yo en 1967. |
Eso tampoco significa que saque de mi corazón a la autora de mis días. ¡No! Barbarita está haciendo latir siempre mi corazón. Lo que sucede es que, finalmente, tuve dos madres. Caso único, pero ahora le dedicaré este recuerdo a esa ancianita que me acompañó con tanto cariño y me regaló sus últimos años de vida. ¡Fue un placer! Y la conocí en 1956, cuando tuve la suerte de que "Gaby Rossi" aceptara ser mi novia y luego la abuela de mis nietos. ¿Se imaginan ustedes tener tanta suerte? Iba a la Unidad Vecinal Nro. 3, block 57/B/5, donde fue su residencia y con su viejo Moisés me abrieron sus puertas.
Allí conocí al que sería mi cuñado, el todavía estudiante del "Alfonso Ugarte", un muchacho llamado Manuel Lengua Quiroz, igualito a su mamá. Caí como pez en agua dulce y conocí a María Adelaida Perasso, la abuela de Antonieta y a la que ahora se está pareciendo una barbaridad. El viejo "Moiso" le decía "pisquín". Como buen iqueño y buen yerno, la proveía de un puro de Ica para que le levantara la presión y le de calorcito en invierno. Ella tenía su propio stock, se iba al espejo de su cómoda y se decía a cada rato: ¡Salud! Sólo en los momentos en que la temperatura bajaba. No entender mal. Había que combatir al helado frío invernal.
Los 19 de Agosto, se daban cita en su casa especiales amigos y familia. De esas manos mágicas de Zoila Esperanza Quiroz, brotaba un escabeche con el picantito justo para deleite del paladar o un chupe de camarones que nos dejaba exhaustos. En otras ocasiones y debido a que corría por sus venas sangre italiana, a ritmo de tarantela nos preparaba unos tallarines en salsa roja y tan jugosos, que el pan que traía Moisés, quedaba chico para aprovecharnos de esa delicia. Todo empezaba desde el desayuno y tendría que agregar más espacio para poderlo contar. ¡Se comía bién! Y el "repeticuá"no se dejaba esperar. Allí estaban Alberto Lengua y Marina Gabonel o Pepito Asiam Casella y su entonces novia Carmela. El comedor no tenía espacio para tantos comensales. Otras épocas.
Los 19 de Agosto, se daban cita en su casa especiales amigos y familia. De esas manos mágicas de Zoila Esperanza Quiroz, brotaba un escabeche con el picantito justo para deleite del paladar o un chupe de camarones que nos dejaba exhaustos. En otras ocasiones y debido a que corría por sus venas sangre italiana, a ritmo de tarantela nos preparaba unos tallarines en salsa roja y tan jugosos, que el pan que traía Moisés, quedaba chico para aprovecharnos de esa delicia. Todo empezaba desde el desayuno y tendría que agregar más espacio para poderlo contar. ¡Se comía bién! Y el "repeticuá"no se dejaba esperar. Allí estaban Alberto Lengua y Marina Gabonel o Pepito Asiam Casella y su entonces novia Carmela. El comedor no tenía espacio para tantos comensales. Otras épocas.
Ya es medianoche y me preparo a brindar con ella, con Zoila Esperanza. Estoy frente a mis teclados musicales y le voy a regalar su pieza favorita: "La Chica del 17". Enseguida irá "Mis Flores Negras" y finalmente el tango "No te engañes corazón". Cierro los ojos y la oigo cantar. ¡Cuánta alegría desplegaba! La aplaudíamos y se escuchaba su sonora carcajada a los cuatro vientos. Mis hijos la adoraban y ella igualmente a ellos. Tenía predilección también por los tres Lengua-Huertas. Manuelito, Cesitar y "Juanca", los hijos de Luzmila y Manuel. La sabía entender y ella a mí. Me entregó totalmente su corazón, cuando perdí a mi madre y se lo acepté para toda la eternidad. Juanita, lo sabe todo.
Ya pasamos la medianoche y en mi pensamiento la estoy abrazando intensamente. Su pelo cano y sus arruguitas encantadoras. Su mirada casi sin luz, pero observándome con los ojos de su corazón. Así la vi partir y estuve a su lado despidiéndola. Un privilegio. Dios me dijo: "Ya tienes asegurado tu sitio en mi Reyno. Ella te ayudó a lograrlo y siempre te estará vigilando desde el cielo". ¡Gracias mamita! ¡Les digo tu edad a los curiosos? Ya tienes 104 años. Dejo de escribir y nos vamos a seguir festejando tu cumpleaños con tu viejo querido. Como en los buenos tiempos. Me despido y por acompañarnos familia querida, un brindis por ella. ¡Gracias!
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