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Luciana |
Pienso que no hay nada que supere el amor de los niños. Reflejan siempre la verdad a través de su inocencia y se convierten en parte de nuestras vidas cuando los aprendemos a conocer mejor. Esto es continuación de una historia que se inició, transcurrió y caló hondo en el fondo de cada ser que la protagonizó. El reflejo positivo se manifiesta en cualquier momento y es digno de comentario feliz el reseñarles lo que nos sucedió el último domingo pasado. Recibimos la visita, luego de muchos años, de mi sobrino Juán Carlos Lengua Huertas y su preciosa familia. "Juanca" es uno de los tres hijos de mi cuñado Manuel que, juntos cuando niños, eran más peligrosos que una plaga de "marabuntas", esas hormigan selváticas con las que la fantasía del cine hizo película y que a su paso por donde fueran, lo destruían todo. Niños sanos y treméndamente super activos.
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Gian Franco |
Recuerdo que ningún mueble, sofá, silla o cama, tuviera patas. Tres incontrolables hermanos que daban rienda suelta a su poderío anímico y, no es por exagerar, revoloteaban con más ímpetu que cuadrumanos en sus jaulas. Los Lengua-Huertas, resultaron una combinación ¡dinamita! Juán Carlos se mostró desde la cuna con predisposición para la música y es así que ya adolescente formó un grupo muy afiatado de rock y ensayaban cual profesionales responsables y académicos. Nuestra terraza sirvió en una ocasión para que esos muchachitos demostraran su calidad entre luces de colores y sus guitarras compañeras. Todo esto sucedió por que su tocayo "Pachín" los invitó a esta sesión musical. Estaban muy lejos del matrimonio y eso es historia del pasado, pero lo cierto es que la música marcó su vida y eso, haciendo rima, no se olvida.
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Elizabeth y "Juanca". |
Está casado con Elisabeth Mafaldo, su pareja ideal, y entre ambos le han regalado a la familia a Luciana y Gian Franco, dos niños que, ¡gracias a Dios!, son de otra noble y buena madera. Inquietos también, pero con una miel que nos endulza a todos. Creo que la combinación de "parejita" da ese resultado. Y los hemos visto crecer desde sus nacimientos y comprobar toda la dedicación de sus padres hacia ellos. Además los abuelos Luzmila y Manuel, han contribuído de alguna manera a su formación. Todavía son niños que siguen desarrollándose y van por el camino que su destino señala. Lo grato de estos tiempos es contar con nuevas sobrinas como Delia, Elizabeth y Miryam, todas llenas de buena voluntad con sus suegros y que, inteligentemente, es la ruta de la verdadera felicidad
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El abuelo Manuel, Elizabeth, Luciana, la abuela
Luzmila y Gian Franco en brazos de "Juanca".
Estuvieron haciendo canotaje en familia. |
Esta parejita de niños nos deslumbró con sus gracias y pequeñas travesuras, haciendo que nuestro domingo se convirtiera en brillante y caluroso pese al frío reinante. Este dùo de abuelos y la tías Juana y Zoila, que tuvimos el placer de gozarlos, quedamos felices de haber disfrutado de sus buenas horas pasadas entre nosotros. Estuvieron como en su casa y sintieron nuestro amor y afecto. Los dos tienen sus virtudes y son muy graciosos. Un domingo que ha sido registradp para la posteridad, por las modernas cámaras digitales que hoy existen. Antes, lo hacíamos nosotros con el trío Manuelito, Cesitar y "Petete" Juán Carlos y revelados en blanco y negro, cuando teníamos un laboratorio de aficionados a este maravilloso arte de la fotografía. Allí quedaron muchos y los más preciados recuerdos de nuestra vida y que nos sirven para reseñarla con mucho amor..
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Luciana y Gian Franco Léngua. |
De lo que también nos sentimos felices es que existe un compadrazgo de los Lengua-Serván. César es padrino de mi nieto Joaquín con la tía Zoila Gabriela. Sin ánimo de confundirlos, mis cuñados Juán, que en paz descanse, y Manuel, el otro abuelo chocho de luciana y Gian Franco, apadrinaron a mis dos hijos. Pareciera que una tradición marcara a estas nuevas generaciones. Lo importante es que perdure ese vínculo familiar y se repita como debe ser. No hay nada que supere a una familia integrada. Podrás tener amigos maravillosos, pero nada es comparable al grito de la sangre, aquel que une más y siembra raíces profundas. Aquel surco que abrimos antaño y que fue cultivado a base de buenas semillas y que crecieron y regalaron buenos frutos. Nuestros hijos y nuestros queridos sobrinos. Desde el cielo otearán Zoila y Moisés, mis suegros, encantadores abuelos que deben sentir orgullo de sus nuevas generaciones. Hago un brindis en mi silencio por ellos y se que los Lengua Huertas y sus familias estarán de acuerdo conmigo. ¡Salud, Manuelito, César y Juán Carlos!
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La tía Antonieta y Luciana. |
Para concluir, les cuento que Luciana y Gian Franco, llegado el momento de la partida, no se quisieron ir. ¿Qué hallaron en este hogar de veteranos? Pues, lo que antaño descubrieron sus padres: cariño y mucho amor. A una abuela Antonieta que se regocija al verlos y a un siempre bonachón tío que no ha perdido la costumbre de brindar su corazón, hasta que algún día deje de latir. A Elizabeth Mafaldo y a "Juanca" Lengua Huertas, les agradezco por habernos regalado un domingo de fiesta con esas criaturas del cielo Luciana y Gian Franco. La próxima será con los abuelos Luzmila y Manuel y esperamos Dios nos bendiga con el amor de los querubines que nos visitaron. Los felicito sobrinos, porque saben guiar a sus hijos por el camino adecuado, seguro futuro de familiaridad. Gracias.